viernes, 5 de diciembre de 2008

El Caganer


Figura obligada en los belenes ochocentistas, se consideraba que con su deposición abonaba la tierra del belén para el año siguiente y con ella la salud y la tranquilidad de cuerpo y alma, características de reminiscencias bien lejanas en el tiempo. Hacer figurar este hombrecito en el belén comportaba suerte y alegría al hogar, y no hacerlo atraía la desgracia
El caganer (cagón) es una figura de los belenes (pessebres) de Cataluña, a menudo oculta en un rincón, detrás de un arbusto, donde hace sus necesidades al aire libre. Vestido, generalmente, con camisa blanca, pantalones oscuros, faja y barretina rojas, con frecuencia con pipa. El hombre que caga, el hombre que hace sus necesidades son otros nombres que se le han atribuido.
El origen del caganer parece ser que se sitúa entre el cambio de los siglos XVII y XVIII, en pleno Barroco, un movimiento cultural y artística que se caracterizaba por un realismo exagerado. Para entonces no figuraba solamente en el Belén sino que se han encontrado caganers en azulejos que le representan explicando historias. Los caganers aparecen ya en los belenes catalanes a finales del siglo XVII, aún cuando no se popularizaron del todo hasta el XIX y principios del XX.
Actualmente, la producción artesana dirigida a coleccionistas de este elemento belenista hace que represente personajes muy variados como políticos, guardias civiles o mossos d'esquadra, los reyes magos, el papa Noel, monjas y curas, pastores, jugadores del Barça o del Español, brujas, el "negro de Banyoles", ejecutivos, legionarios romanos o bomberos sin dejar de estar en su posición característica. El payes no ha dejado, no obstante, de ser la forma más popular y tradicional. Además de caganers, y en la misma línea escatológica, últimamente también aparecen "pixaners" ("meones") en los belenes. Las características especiales de este personaje hacen que sea objeto de colección, al margen de su componente de miembro de los tradicionales belenes, y así han surgido asociaciones de estudiosos y coleccionistas de caganers.

jueves, 21 de febrero de 2008

Decálogo de la ternura

Todos tenemos necesidad de dar y recibir amor. Si no lo hacemos así, la vida se oscurece.
Para vivir la ternura no se necesitan grandes cualidades. Basta expresar con espontaneidad el amor, sin avergonzarse.
La verdadera ternura se conjuga en voz activa y voz pasiva. No sólo hay que darla sino recibirla con espontaneidad y alegría.
La ternura debe expresarse con naturalidad y en todo momento, pero sobre todo, en los momentos tensos y difíciles.
La ternura no es amanerada ni trivial y no se compagina con la agresividad.
Vivir la ternura no significa ser débil y manejable, sino generoso y acogedor. La ternura no se riñe con la energía.
La ternura no es exclusiva de la relación madre hijo. La familia, los hermanos y compañeros agradecen también este sentimiento.
La ternura se aprende cada día dando amor. Nunca es tarde para empezar a practicarla. Si bien es difícil entender la verdadera sexualidad sin ternura.
No confundas nunca la sexualidad con la ternura. Dar, expresar, y recibir ternura, es siempre muestra evidente de madurez.

El agricultor


Un hombre tenía un sembrado de flores estupendas; cada día salían de su cultivo centenares de paquetes a vender a la ciudad con las flores más bellas y fragantes que nadie pudiera conocer.
Este señor año por año ganaba el premio a las flores más grandes y de mejor calidad y como era de esperarse era la admiración de todos en la región; un día se acercó un periodista de un canal de televisión a preguntarle el secreto de su éxito, a lo que el hombre contesto:
- Mi éxito se lo debo a que de cada cultivo saco las mejores semillas y las comparto con mis vecinos, para que ellos también las siembren.-
¿Cómo?- respondió el periodista- pero eso es una locura, acaso no teme que sus vecinos se hagan famosos como usted y le quiten su importancia?
El hombre dijo: - Yo lo hago porque al tener ellos buenos sembrados el viento me va a devolver a mi cultivo buenas semillas y la cosecha va a ser mayor; si no lo hiciera así ellos sembrarían semillas de mala calidad que el viento traería a mi cultiva y cruzaría las semillas, haciendo que mis flores sean de mala calidad.
Lo mismo ocurre en nuestra vida. Si tienes la suerte de vivir bien, debes ayudar a que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca. Quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros encuentren la felicidad, pues el bienestar de cada uno está unido al bienestar común.

domingo, 10 de febrero de 2008

La botella

Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techo.
El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía.
Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía: "Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar".
El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua... ¡llena de agua! De pronto, se vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada.
¿Qué debiera hacer?
¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca... o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje?
¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables escritas no se cuánto tiempo atrás?
Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces de pronto surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia... Agua fresca, cristalina.
Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase:
"Créame que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente".

sábado, 12 de enero de 2008

El hijo preferido


Cierta vez preguntaron a una madre cuál era su hijo preferido, aquel que ella mas amaba.
Ella, dejando entrever una sonrisa, respondió:
"Nada es más voluble que un corazón de madre, y, como madre, le respondo: el hijo dilecto, aquel a quien me dedico en cuerpo y alma:
Es mi hijo enfermo, hasta que sane.
El que partió, hasta que vuelva.
El que está cansado, hasta que descanse.
El que está con hambre, hasta que se alimente.
El que está con sed, hasta que beba.
El que está estudiando, hasta que aprenda.
El que está desnudo, hasta que se vista.
El que no trabaja, hasta que se emplee.
El que se enamora, hasta que se case.
El que se casa, hasta que conviva.
El que es padre, hasta que los críe.
El que prometió, hasta que cumpla.
El que debe, hasta que pague.
El que llora, hasta que calle.
Y ya con el semblante bien distante de aquella sonrisa, completó:
El que ya me dejó... hasta que lo reencuentre...
"Una madre siempre ve en su hijo la esperanza dormida que un día despertará, Su fe siempre la sostiene. Madre es madre, aunque el hijo se olvide de ella.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Ayuno extraño



Ayuna de palabras hirientes....y transmite palabras bondadosas.
Ayuna de descontento... y llénate de gratitud.
Ayuna de enojos... y llénate de mansedumbre y paciencia.
Ayuna de pesimismo.... y llénate de esperanzas y optimismo.
Ayuna de preocupaciones... llénate de confianza en Dios.
Ayuna de quejas... llénate de las cosas sencillas de la vida.
Ayuna de juicios a otros... y descubre a Jesús que vive en ellos.
Ayuna de egoísmos... y llénate de compasión.
Ayuna de palabras... y llénate de silencios para poder escuchar.
Si intentáramos esta forma de ayuno, nuestra realidad se ira inundando de paz......amor.....confianza...

domingo, 4 de noviembre de 2007

La palabra, siempre

Nos alivia pensar que nuestros hijos vivirán durante toda nuestra vida, que los amigos estarán a nuestro lado hasta el final... que todos los embarazos llegarán a término, que todos los bebés nacerán sanos, y vivirán por muchos años.
Nos empeñamos en jurarnos amor para toda la vida, aún sabiendo que es sólo una expresión de deseo...
En el amor, como en la vida, los "siempre", los "para toda la vida", los "nunca", nos calman... nos eximen de pensar en lo peor, en la muerte, en los imprevistos, en el dolor, en la injusticia, en los imponderables...
Y cuando las cosas no salen como hubiéramos querido, siempre podemos culpar a Dios, al destino, a la mala suerte...
Lo cierto es que la vida se maneja bien distinto... nos sobresalta, nos confunde, nos enoja, nos cambia los planes, y cuando nos acostumbramos, nos lo vuelve a cambiar.
Y que, a la larga, cuando miramos para atrás, cada cosa fue para mejor. Claro, si lo sabemos ver...
Tal vez debiéramos vivir con más entrega, con más ingenuidad, con menos exigencia... Tal vez debiéramos entender que las personas, las situaciones, están en nuestras vidas por algo, y que a veces la sutil presencia de otro es suficiente para un gran aprendizaje, para un gran cambio.
No son mejores las amistades que duran toda la vida, que aquellas que duran solamente unos días...
No son mejores las relaciones para siempre, que aquellas fugaces, que pueden cambiarnos la vida...
La intensidad no tiene relación con la permanencia en el tiempo...
Nada es para siempre, y cuando podamos comprender eso, entenderemos que cada momento vivido con alguien, cada instante sutil de la vida, tiene un mensaje para darnos, nos ocurre por algo, y que a veces bastan unos pocos segundos para captar el mensaje, y seguir nuestro camino, o dejar libre al otro para que siga el suyo...
Claro que es lindo tener amigos de toda la vida, relaciones intensas y duraderas. A veces tenemos el privilegio de contar con ellas. Pero otras veces, el roce es fugaz, casi imperceptible. A veces ni nos cuestionamos para qué tuvo que pasarnos esto en la vida.
He aprendido que cuando uno da lo mejor de sí, y toma lo que la vida, o la otra persona tiene para dar, puede seguir su camino en paz, sabiendo que el contacto ha sido posible, y que algo bueno saldrá de ello.
Y fundamentalmente, podemos dejar que el otro también se vaya en paz... sin reclamos, sin culpas, sin rencores...
Cada segundo puede ser una eternidad... de hecho, la Eternidad, no es más que una sucesión de instantes...